Chui, CDMX | jardín escondido de comida vegetariana (que sí vale la pena) en la Roma Norte.
Reservaciones para grupos grandes, platos al centro y fuego como protagonista. Mi reseña honesta del restaurante vegetariano que se volvió uno de mis favoritos en CDMX.
Oficialmente inauguro esta serie de recomendaciones de lugares en mi querida CDMX.
Hay tanto TikTok y tanta recomendación vacía, que decidí armar esto para mis amigos, para la gente que confía en mis sugerencias y para quien sepa que yo me tomo muy en serio la experiencia religiosa que es comer.
De esta serie pueden esperar listas de restaurantes, cafés, experiencias o reseñas de lugares que considero que lo merecen.
Las haré cortitas para que esta serie sea sostenible y pueda armarlas sobre la marcha.
Chuí, CDMX



Llegué a Chuí buscando un lugar que aceptara reservaciones para grupos grandes en el corazón de la Roma/Condesa. Algo que se sintió como una misión imposible, pero para mi sorpresa, me encontré con este jardín escondido de comida vegetariana.
Chuí tiene un restaurante hermano en Barcelona que es parte de la Guía Michelin 2024 y 2025. Desde ahí, ya era buena señal.



La fachada parece una bodega. Jamás te imaginas que dentro hay un jardín con mesas escondidas entre árboles y plantas. En el centro, un patio con una terraza a cielo abierto. Mesas grandes y hornos de leña.
Aquí, el fuego es el protagonista.
Mi recomendación: pidan todo al centro y compartan.
Mi manera favorita de comer, para que alcance el espacio y probar de todo.
Lo que no puedes dejar de probar (en orden de lo que más me gustó):
Shiitakes a la plancha con chimichurri
Hummus de zanahoria
Focaccia a la leña
Aguacate con kimchi y leche de tigre — es chiquito, pídanse más de uno y sabórenlo con la focaccia.
Milanesa de berenjenas con puré de camote, mostaza Dijon y pepinillos
Pizza cuatro quesos con miel de ajo fermentada
Lo que no se me hizo tan espectacular:
Arroz y hongos a la leña
Queso morral asado con guayaba y chile güero en vinagre
Postres:

Butterscotch: le tenía poca fe y, si pudiera, volvería en este instante solo para saborearlo otra vez. No hay manera de que se lo pierdan.
Torta vasca con compota de tomate y jalapeño: deliciosa y no tan dulce, ideal para quienes no son fans de lo mega dulce.
Pastel de zanahoria: pueden ahorrárselo. Sabe mucho a cardamomo —que a mí me fascina— pero no a todo mundo, y no me pareció increíble.
Si se sientan en la terraza, no se olviden de mirar hacia arriba y hacia la calle. Tiene una vista espectacular a la Parroquia de la Sagrada Familia, sobre todo de noche. Nadie en la ciudad creo que se sabe su nombre, pero todos los que caminamos por aquí la hemos visto. Es un bonito recordatorio de que, en esta ciudad que amamos, no solo hay edificios y departamentos.
Listo. Esa es mi primera recomendación.
Ya es parte de mis lugares favoritos en CDMX. Regresaré pronto para probar más. No sé si cambien el menú, pero si lo hacen, seguro seguirán armando cosas extraordinarias. Y si no… también se los haré saber.
Con amor y chingos de hambre,
Ana Sofía