No sé recibir y este es el reto que me puse para cambiarlo.
"Bitácoras aprendiendo a recibir"
Estos últimos meses se me ha hecho más evidente que nunca: no sé recibir. Por alguna razón, esta ha sido una conversación que he compartido con varias personas que me rodean. Personas que, como yo, sienten que recibir se les dificulta.
Gracias a estas pláticas descubrí que hay 2 tipos de personas en esta situación:
Quienes no saben recibir (como yo).
Quienes, al contrario, lo hacen con naturalidad. No lo racionalizan, no lo cuestionan. Simplemente, es parte de su vida. Por suerte, tengo muchas amistades así, y están siendo mis grandes maestras en este tema.
Decidí entonces que mi siguiente tarea de crecimiento personal sería aprender a recibir, porque no hacerlo se ha convertido en un problema más que en la fortaleza que yo creí que era.Estoy cansada de sentir que cada vez que recibo algo, tengo que hacer el doble para compensar. Incluso me resulta incómodo aceptar ayuda, así que prefiero esforzarme más para hacer sola lo que alguien más podría hacer por mí en dos minutos.
Y aquí todo se conecta: tampoco sé pedir. Evito hacerlo para no sentir la incomodidad de necesitar algo de otra persona. Así, me complico la vida con tal de colgarme una medalla inexistente de “la que lo resuelve todo sola”. Esto, además, termina siendo injusto porque siempre acabo pidiéndole ayuda a la misma persona (que seguramente está agotada de cargar con ese rol).
Así que dándole muchas vueltas a esta situación, me puse un reto: empezar a aprender a recibir y documentar lo voy aprendiendo. Estas reflexiones serán parte de una serie que llamo ‘Bitácora aprendiendo a recibir’. Es un proyecto personal donde compartiré en tiempo real los aprendizajes y retos que voy enfrentando. La estaré compartiendo en aquí en mi Substack. Te recomiendo suscribirte para que no te pierdas ninguna.
La primera bitácora viene al final de este escrito.
Antes de dar el primer paso, me llene de preguntas: ¿cómo se aprende a recibir? ¿En qué tengo que trabajar y por donde se empieza? ¿Un libro? ¿Un reto? ¿Terapia? ¿Qué hago?
Mi primera parada, fue Google y después de terminar en mil hilos de información junté la suficiente para ponerme una lista de pasos que voy a hacer para aprender a recibir y que creo que es lo valioso de este escrito. *Esto no es un diagnóstico profesional, ni terapia, ni un método científico, si están buscando eso, yo no soy la persona de la cual tienen que leer eso.
Ahora, sí. Esto es lo que encontré, lo que estaré haciendo y lo que creo que podría funcionarnos a las personas que están igual que yo. Aunque ojo, yo creo que hay 2 tipo de personalidades que no sabemos recibir (y sí hay más, me las hacen llegar): las que dan todo a los demás y las que se dan todo a si mismas para no necesitar recibir. Yo soy la segunda. Con esto en mente nos ayuda a entender desde dónde construí los pasos de mi tarea y también, quien necesite modificarlos porque son del primer tipo, adelante.
Reforzar la autoestima
Esta me molestó muchísimo leerla de una psicóloga pero tiene razón. No saber recibir viene ligado a la autoexigencia, a sentir que no eres suficiente (y que pedir te hace ver como insuficiente), o a no cumplir las expectativas. Rascando mucho en cómo esto se relaciona conmigo, yo tengo pavor de parecer "inútil" así que prefiero aguantar hasta que no pueda más, a pedir ayuda y que otras personas se den cuenta que yo no puedo.
Esta psicóloga no necesariamente está diciendo que lo que necesitamos es que nos guste más la versión que vemos en el espejo, tienen más que ver con la autopercepción, con entender que estamos contándonos historias de insuficiencia, perfeccionismo y autoexigencia.
En otro podcast escuché una idea muy relacionada en la que se menciona que "recibimos proporcionalmente a la percepción que tenemos de nosotrxs mismxs" por eso sentimos que no estamos a la altura de lo que estamos recibiendo o podríamos recibir.
Auch, todo eso se sintió personal y creo que me hará regresar a terapia, pero me dio mucha claridad de por dónde empezar a trabajar.
Entender tu lenguaje del amor
Otra vez, esta cosa mega cursi me provoca rechazo al principio pero después de leerlo varias veces entiendo la importancia. Al parecer nuestros lenguajes del amor tienen que ver con cómo nos sentimos apreciados y cómo mostramos que apreciamos a alguien. Lo que tiene que ver con lo que nos gusta recibir.
No por nada el mío es actos de servicio. Así que, si quiero sentirme más conectada con el afecto de las personas que me rodean, necesito recibir y agradecer esos actos que otras personas puedan llegar a tener conmigo. La medicina correcta para el reto en el que me estoy metiendo.
Darte lo que te cuesta trabajo recibir
Esta no me aplica jajajaja, yo la tengo dominada a un grado en que empieza a ser contraproducente pero la agregué porque sé que hay personas que no. Que al contrario, evitan darse eso que quisieran porque mejor podrían dárselo a los demás. Así que este es el paso que yo no necesito aplicar pero que si alguien lo necesita, aquí está.
¿Qué te gustaría recibir? Hazte tu lista y empieza a ver qué cosas puedes darte.
Como esta búsqueda sigue en marcha es como si todo el tiempo estuviera alerta y ahora me fijo en cosas cotidianas a las que tal vez antes, no les hubiera dado tanta importancia. Y eso me hace tener nuevas historias de las que quiero hablar y compartir, así que decidí que a este trabajo personal que haré le llamaré "Bitácora aprendiendo a recibir". Aquí va la primera.
Bitácora aprendiendo a recibir #1
Hoy vi una escena que creo que es común en la sociedad mexicana.
Estaba en la estación de autobuses para tomar una camionetita a la CDMX y mientras esperaba que asignaran el andén para mi viaje, vi a una familia despedirse.
En eso vi una escena típica en la sociedad mexicana, la que una señora le estaba dando un billete a otra persona más joven. Quiero suponer que era madre e hija.
Mil malabares sucedían con el billete. El dinero iba y venía, entre sus manos, entre que los acomodaban en bolsillos de la chamarra de la otra, de un lado a otro en una coreografía de lo que se sintió como 1 minuto. Una eternidad, para mí que solo deseaba que la otra personas lo pudiera aceptar.
Hasta que por fin la persona que lo tenía que RECIBIR se lo quedó. Un recordatorio más de cómo nos cuesta trabajo saber recibir. Como es educado decir, no no te preocupes, no lo quiero, aunque sí lo queramos.
La escena me hizo pensar en cuántas veces rechazamos ayuda por costumbre o por miedo a ser una carga, un reflejo de esa cultura que valora más dar que recibir, aunque lo necesitemos.
Esta cultura bella pero cruel que te dice me quito el pan de la boca para dártelo a ti. Y no nos duele, pero el hambre nadie la quita.
Este fue un recordatorio más, aprendamos a recibir cuando alguien lo ofrece.
Con esto me despido y seguiré llenando mis bitácoras para poderlas compartir. Me encantaría saber que no soy a única que está batallando con esto y que si alguien anda en las mismas, me lo cuente. Tal vez no estoy tan sola en esto como a veces me siento.
Con amor,